martes, 7 de octubre de 2014

INTERNET: un nuevo medio para coleccionar

El coleccionismo es la afición de juntar cosas, objetos, piezas. Aunque hay distintas formas de acceder a estos, hoy Internet es el medio más eficiente para compartir contenidos, interactuar con otros coleccionistas, crear comunidades y comprar y vender piezas.

Atestiguando esto, Jack Hurtado -un coleccionista deportivo peruano- contó su experiencia en una entrevista a Montevideo Portal y habló acerca del coleccionismo a través de internet:

“Entre los coleccionistas tenemos como una Biblia, una ley por la que nos regimos, y es que a un coleccionista no le puedes decir '¿cuánto vale o a cuánto vendes esto?' Entre coleccionistas es una falta de respeto decirnos 'véndeme algo de tu colección'. Nos conocemos estos paradigmas entre nosotros (...). En cambio, existen mercados abiertos en Internet donde puedes comprar objetos y ferias, aunque en Perú no hay tantas como aquí tienen la de Tristán Nervaja. Los vendedores muchas veces no conocen el material, porque compran barato y venden barato. En Internet es distinto porque conocen el material y te arrancan un ojo de la cara. Entre nosotros se usa más el intercambio, y la compra y venta se da en ferias o Internet”.

Internet permite a los coleccionistas acceder con facilidad a artículos extranjeros de su interés, además de un contacto inmediato y directo con otros aficionados en cualquier parte del mundo. También colabora con el intercambio de información y la venta de piezas antiguas.

EMILIO ARENAS: El Guinness de los lápices

Cada cosa en su lugar

Llaveros, ceniceros, cajas de fósforos, botellas, gorras, pins, cámaras de foto… los lápices no son la única obsesión de Emilio Arenas.


“Yo siempre digo que para ser coleccionista hacen falta cinco factores: paciencia, perseverancia, obsesión, querer lo que hacés y quererte a ti mismo”.

El dueño de la colección de lápices más grande del mundo vive en Colonia del Sacramento, Uruguay. Hoy, con 69 años, supera los 17.000 lápices diferentes y ha batido cinco veces su propio record.

La Granja Arenas está ubicada en el kilómetro 167 de la Ruta Nº1, cercana a la ciudad de Colonia del Sacramento. Allí se encuentra el museo de colecciones, la fábrica de dulces y el restaurant de la familia. Todo está abierto al público y ofrecen visitas guiadas.

“Una vez vino un japonés que viajó exclusivamente a ver la colección. Se tomó un vuelo (…), llegó a Buenos Aires, vino para acá, vio la colección y al ratito se fue de vuelta a Japón”, contó Emilio. Y es que el museo lo amerita.

Consta de varias habitaciones: una está repleta de llaveros (38.000 apróx.), en otra se encuentran ceniceros, algunos sacapuntas y muchos lápices. En otra, algunas piezas de la colección de gorras, antigüedades, y la colección de perfumes de Reina, la esposa de Emilio. Así es: él no es el único que colecciona; lo hace su esposa, uno de sus hijos y uno de sus nietos. “Si no querés que te corran de tu casa, tenés que tratar de que todos sean coleccionistas”, bromeó Arenas.


El ambiente es cálido y familiar; pero impactante. Hay un lápiz pegado a otro dentro de cajas de vidrio y cada caja está pegada a la siguiente, tratando de optimizar todo el espacio que sea posible, sin dejar ningún blanco en las paredes. Aun así, Arenas no ha terminado de ubicarlos todos.

Todo comenzó a los ocho años. Emilio estaba en la escuela, por sacarle punta a un lápiz de Arroz Corona, cuando se dio cuenta de que a ese lápiz no lo iban a hacer más. Se acercó a su maestra y le pidió que le prestara otro lápiz para escribir porque al suyo lo iba a guardar para empezar una colección. La maestra le regaló dos: uno para escribir, otro para guardar. “Para mí fue el punta pie inicial que mi maestra me apoyara”.

“Mi padre me daba un sueldito, cuando repartía leche, para comer un refuerzo de tarde o a media mañana (…) y yo prefería no comprar el refuerzo para comprar lápices. Así fue que fui acumulando algunos, después empecé a pedir (…). Nadie me negaba un lápiz”.

Pese a su inmensa colección, Emilio recuerda la ubicación de cada uno de sus lápices. Él arma las cajas, los coloca y guarda en su memoria la historia de cada uno de ellos.

Record Guinness

“Yo le decía (a Reina) ‘¡Vieja, capaz tengo un record Guinness!’”

Efectivamente. En febrero de 2002, Emilio Arenas recibe su primer certificado de Record Guinness por la colección de lápices más grande del mundo. “Lo que me ocurrió después de ahí fue fantástico”, comentó, y contó que en mayo de ese año, el Conde de la fábrica Faber Castell lo invitó a viajar a Alemania para visitar la fábrica. Luego, una foto con el Conde recorrió el mundo, y cinco años después había alcanzado un total de más de 11.000 lápices. Su colección cuenta con el lápiz más chico del mundo y el lápiz más fino del mundo, obsequiados por Faber Castell.


“Estuve 45 años para juntar 5.500 lápices, después de la propaganda del Conde, en 5 años tenía más de 11.000 (…). En agosto del año pasado (2013), me presenté con 16.260 lápices y volví a batir mi propio record (por quinta vez). Hoy tengo más de 17.000”.