
Comenzó a coleccionar
billetes luego de que sacaron de circulación los de 5 y 10 pesos uruguayos. Así,
comprendió el valor de la historia, y empezó a conservarlos, a partir del 2003.
“Un día fui a comprar una Coca-Cola al almacén de mi cuadra, y cuando fui a pagarle con un billete de 10 pesos, el dueño no los aceptó porque ya estaban fuera de circulación. Yo era muy chico, tenía 10 años, y no entendía porque habían hecho eso. Así fue que decidí guardarlos, porque algún día iban a cobrar un valor. Fue en ese entonces que comprendí que la historia de los objetos que circulan en el mundo, cobran más valor al ser únicos e inaccesibles”.
“Un día fui a comprar una Coca-Cola al almacén de mi cuadra, y cuando fui a pagarle con un billete de 10 pesos, el dueño no los aceptó porque ya estaban fuera de circulación. Yo era muy chico, tenía 10 años, y no entendía porque habían hecho eso. Así fue que decidí guardarlos, porque algún día iban a cobrar un valor. Fue en ese entonces que comprendí que la historia de los objetos que circulan en el mundo, cobran más valor al ser únicos e inaccesibles”.

Hoy en día continúa su colección con el objetivo de venderlos en un futuro. Muchos de ellos los consigue por Mercado Libre, otros en la feria de Tristán Narvaja. También, está asociado a una red virtual de coleccionistas en Facebook y a distintos blogs; a través de estos, accede a la compra de distintos objetos de colección.
Heredó la colección de botellas de su abuelo y las continuó. Hoy cuenta con más de 450 botellas de vidrio, de distintos tamaño. La más antigua pertenece al año 1890. La mayoría fueron botellas de leche y agua.
"Mi abuelo fue quien me
despertó esta pasión, aunque nunca pudo verlo. Yo empecé a coleccionar después
de su muerte".
Su colección preferida son
más de 3000 estampillas, de las cuales las primeras -unas pocas- también fueron
heredadas de su abuelo. Tiene estampillas de todas partes del mundo. Entre
ellas se encuentran aves, autos, banderas y cuadros de fútbol.
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